Este monasterio, mandado construir en 1447, por Enrique IV, aunque la leyenda atribuye la fundación del mismo a su valido Juan de Pacheco, Marqués de Villena, es un complejo de edificaciones distribuidas en torno a varios claustros, góticos, mudéjares y platerescos.
Enrique IV, que tuvo aquí un palacio de caza, lo donó el año 1455 a los franciscanos y al abandonarlo éstos en 1488, fue ocupado por religiosas clarisas. En ángulo con la fachada plateresca, adornada con las efigies orantes de los Reyes Católicos, está la portada del templo labrada en gótico isabelino con tres arcos, rebajado, conopial y trebolado, bajo alar morisco.